10 diciembre 2007

¿dónde se inspiran los pintores?





Me levanté un día, mis ojos parpadeaban por la imagen distorsionada que contemplaban, no acostumbrados a ello, se remojaban y remojaban la vista con tal de lubricar la visión que era poco lúcida y resultaba inútil tanto parpadeo; al cabo de algunos minutos, convencida que el método no era eficaz; decidí seguir el paso con esta nueva visión, mis pasos se deformaban estirándose cuando avanzaban y haciéndose diminutos mientras se quedaban sosteniendo el paso del compañero. La banqueta se ondulaba y se movía como víbora tratando de esquivar mi caminar, pero yo firmemente cada vez pisaba con más fuerza y marchando trataba de aplastar a la víbora que se movía desesperada tratando de escapar; noté también algunas personas que me miraban; sólo lo infería, pues sus caras se trastornaban y cada una de ellas parecía una travesura de Picasso, lo cuál me producía irremediablemente una carcajada, la consecuencia... de una mirada extraña pasaran a una mirada de terror y se deslizaban lejos de mí, atravesando la línea amarilla que era la división entre la víbora gris y la obscura por donde la torturaban los autos; o eso creía que eran, aunque en realidad parecían un montón de fierros retorcidos que se movían con rapidez uno tras otro, con estruendoso ruido.
La calle era para mi solita aunque la serpiente gris tratara de escapar también de mí, los rayos del sol también la picoteaban en millares de espinitas que caían constantemente y parecía que caían desde muy alto pues provenían de una inmensa bola amarillenta y luminosa echa de rayos amontonados, algo que en la mayoría de las ocasiones hubiera llamado sol, pero esta vez no.
De pronto llegué a la tienda, tenía que comprar algunos materiales para hacer una obra de arte, pero todo en la tienda ya eran por si solos una maravilla, me la pasaba pidiéndole al tendero mil objetos que él me traía con desconcierto; cuando veía mi cara maravillada con todo objeto. Era sin duda una tienda exótica, seguramente era nueva, pues yo recordaba que antes había una papelería pero no tenía tantas cosas tan extravagantes, decidí llevarme un instrumento vistoso a lo que él llamó caja de colores, pero era en realidad era un cuadro con los colores entre mezclados que además podías sacar uno por uno y plasmar su color ondulante y fraccionario en un hoyo rectangular completamente vacío, lleno de nada. Yo echaba los colores y trataba de pegarlos en el hoyo, pero cuando los ponía sobre la el vacío, ellos la iluminaban y como epidemia empezaban a invadirlo, eche sin duda todos los colores, pero al tratar de levantar el hoyo los escupía, así que decidí pegarlos; con un frasco, que se me resbalaba de las manos por su forma escurridiza, parecía se resbalaba por todos lados, sin duda pensé, los grandes pintores me están jugando una broma y esto debe ser alguna de Dalí. Cuando por fin pude echar el liquido blanco apretando un poco el envase escurridizo, pegué todos los colores, pero me quedó algo tan poco explicable y vistoso como la obra de Pollock; está bien que jueguen con mi mundo pero no con mis deberes escolares. Me enojé tanto que comprimí el vacío con todos sus colores dentro, crujió como un tronco viejo empujado por el aire y el ruido tan atroz me dio la impresión de estarle quitando la vida a mi trabajo; me causó tanto dolor en mis oídos como la alarma que sonaba en mi cuarto y lastimó mis ojos para ver la tenue luz que ya se asomaba por la ventana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la luz cegadora de la vida inspiradora de belleza

besotes

El detective amaestrado dijo...

Por supuesto hay alguien detras de las letras, claro que sí.
Gracias por el beso.

Alberto dijo...

La verdad que la inspiración reside en cualquier lado...

Miss B. dijo...

pueeeeeeeeeeeees, dicen que existen las musas...

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