24 abril 2007

Agua


Pero tenía que encharcarme los pies en esa agua gelatinosa de tus ojos abultados
Pero tenía que sumergirme en el espejo líquido tambaleante por querer abrazar mi reflejo en la pared
Pero tenía que sumergirme hasta ahogarme por secar tus lagrimas eternas
Ahora arrepentida veo mi esfuerzo irse en vano llevado por los peces azucarados que se pasean en la corriente
Ahora me abrigo en el calor de la chimenea viendo como te evaporas de mi cuerpo y el mío se asienta en ceniza.
...
Sin embargo mi vida sanguinaria que recorría mi cuerpo se esmera en elevarse para seguirte.

17 abril 2007

Imagina


Un día en que mi imaginación se ausentó y el mundo hizo un complote para hacerme sudar fantasías. Empezando por mi amiga imaginaria que es real; jugamos en ser creación de la imaginación y me ha pedido imaginar una vela rosa, pero a mí me asustan estas cosas que se salen de la imaginación, como pensar en la película 3D que el personaje alarga la mano saliéndose de la pantalla y al tenerla cerca intentas darle la mano pero nunca la alcanzas. Me gustan las cosas virtuales, pero cuando la imaginación se sale para saludarte eso es bizarro; pues me he imaginado la vela rosa y a aparecido en sus manos sosteniéndola con firmeza, he pegado un grito que la cafetería volteó con asombro mientras me reía asustada.
Camino a su lado para huir de ella dirigiéndome con rapidez al transporte que me llevaría a mi casa e imagino como enciende los motores para dejarme. Un amigo se nos une en nuestra caminata y ella juega con él y la fantasía diciendo que era ella mi creación que juega con mi imaginación para crear cosas reales.
Me subo al camión imaginando que ella y él me siguen realmente en el camión que está formado atrás del mío, empezando la marcha caravanezca de camiones amarillos con diferentes destinos.
Me he entretenido mirando por la ventana con el libro sin abrir “el agua y los sueños” de Bachelard que sostiene mi mano derecha, sigo sin imaginar con la mirada perdida y mi gesto vacío; cuando un organillero atrae mi vista y me ha alzado su sombrero a la ventana con un ademán agradable, le he lanzado una sonrisa que ha roto la ventana y él la cacha en su sombrero, me ha hecho una reverencia por mi regalo; apresura el paso para ir con su compañero antes de que los carros empiecen a andar, saca mi sonrisa del sombrero para mostrársela a su compañero, cuando la mira sonríe y me señala para mostrarle quien ha hecho el regalo; mi camión avanza y yo sorprendida me desaparezco con la inercia mientras imagino que me contemplan en la sonrisa otorgada.
La ventana resulta peligrosa para la imaginación y con el cristal quebrado veo a un niño regar los arbustos con aburrimiento, cuando de pronto la manguera se ha transformado en un mango decorado con piedras preciosas y el agua en una espada brillante larga y filosa que corta con las gotas de pureza mi ausente imaginación y me moja sin la protección de mi ventana antes quebrada por mi sonrisa, mientras el mueve la espada con elegancia dejando caer los cristales líquidos purificando y me imagino que imagina que me baña de esa fantasía. Y otra vez soy arrastrada por la inercia de los motores del camión.
Pero todo lo imagino sin imaginar, las letras se me han colado en una ráfaga de viento helado que ha calentado mis extremidades dejándome ese dolor de cabeza porque me punzan por dentro cuando juguetean brincando en la masa gris como si fuera un trampolín,
Me imagino como fue que Pavick me lanza el gato a través de la boca de mi maestra, ese gato imaginario tan real que es fantástico, imagina que existe y le pone comida a la imaginación, este gato travieso que imagina que se pierde y el vecino se enoja por su ausencia que imagina que él lo ha robado, cuando imagina que vuelve y lo encuentra imaginando que borra su vecino el rencor; pero eso lo he imaginado yo porque el gato que Pavic imaginaba nunca volvió. Y el gato que imagino se llama Theodor Adorno.
Ahora me ha contado que los rayos de luz de luna que han entrado por la ventana se han quebrado cuando la ha cerrado y ha guardado los cristales en un paquete para regalo que imagino que me da, pero a cambio de eso recibo una concha de mar que proviene de la naranja de mi compañera de clases, que me la regala porque la naranja decidió que sería para mí.
Pero todo esto lo han imaginado ellos por mí, porque yo no he imaginado nada.

10 abril 2007

Detras del Mercado Juarez (Este texto es creación de: Caiguar, en normal; David Cano, en negritas y Felix Treviño en cursivas)

Detrás del Mercado Juárez (Este texto es producto de: Caiguar, en normal; David Cano, en negritas y Félix Treviño, en cursiva)


Empezaría con la frase trillada de “érase una vez” pero creo que me rascaré primero la mugre de entre los dedos para hacer taquitos de historia.
Así es como surgen siempre las buenas historias: como mugre. Son fragmentos conformados de piel y tierra, fragmentos que se desprenden de los dedos y escurren por la pluma. Siempre son en forma de letras que se van hilvanando para crear metáforas de pensamiento.
Pensamientos y regresiones líquidas que se van solidificando con el paso del tiempo, letra por letra, oración por oración hasta conformar una masa gélida de estructura que se evapora con la mirada del lector en turno. Es el mismo ciclo de la plumahistoria.
Pero empiezo con el bostezo de una mujer que mira, envuelta en cobijas, la ventana escarchada. Está su café enfriándose en el buró porque su condición de tamal en la cama le impide sacar las manos.
Fue entonces cuando Carmela, al sentir las piernas entumidas, se dio cuenta de su condición y decidió despertar de su eterno sueño letárgico. Alargó el brazo y tomó la taza. Justo antes de beber fue que notó la cucaracha que flotaba en la superficie. Entonces un pensamiento se le vino a la mente:
Gregorio su hermano. Sí, aquél que fue el motor económico de su familia se esfumó una mañana en que no amaneció en su cama más que una horda de reptiles verdes. Desde entonces, como una maldición gitana, en cada uno de sus desayunos aparecía un insecto u otra alimaña.
Por lo menos no se quedaría con hambre después de evaporarse el sustento económico y los insectos, al crujir en su boca, escurrían ese dulzor que le llenaba la boca del sabor a sobrevivencia.
En ese instante mordió la cucaracha. Casi al unísono se le vino a la mente una canción. No supo si era producto de su situación o si de alguna alucinación por el excremento de los murciélagos. Jacuna matata, le repetía una voz al oído, una forma de ser, continuaba la misma voz.
Tomó un poco de oxígeno para ventilar un tanto su atolondrado cerebro. Después de ese accidente, al querer experimentar con limpiadores domésticos para mitigar su sed, la realidad no era la misma. Maestro Limpio le dejaba mensajes en la contestadota y ni hablar de las largas cartas de Pato Purífic.
Hubo una guerra de mundos donde la realidad y la ficción jugaban a las escondidillas. La fiebre le causaba alucinaciones al grado de pensar que beber productos de limpieza era una buena medicina. Pero le agradaba platicar con la contestadora, así se sentía menos sola.
Pulsaba un botón una y otra vez. Siempre era la misma respuesta: Carmela… ¿estás ahí?... Bueno soy Juan, sólo quiero saber si estás bien ya que no te he visto en el trabajo en toda la semana. Le hablé a tu mamá pero tampoco sabe nada de ti.
Carmela estaba cansada de esa persecutoria forma con que Juan quería reestablecer el diálogo. No era suficiente un mensaje corto, sintético, un simple “no tolero la vida sin ti, ni tus constantes cucarachas interminables.” Pensó en hacer algo para terminar por fin o recomenzar con Pedro. ¿Quién de los dos podría aceptar que las cucarachas fueran una constante en el café?
Pero qué importaba, ella podría esconder las cucarachas en un sorbo, pero ¿aguantaría el sabor de éstas en su paladar cada vez que la saboreen en un beso? Talvez se quedaría como el perro de las dos tortas. Aún le resultaba placentera la compañía de la contestadora.

05 abril 2007

Luna


Hay que saber observar las cosas, por que por el contrario nos quedaríamos con mirar.
Lo he descubierto en el lago, cuando se asomó y contemplé su real hermosura; desde entonces puedo observar a los demás, cómo aquel vagabundo que por debajo del olor su barba crecida y su ropaje roto, puedo ver a la persona con esos ojos profundos que han visto todo lo que yo jamás podré saborear con ninguno de mis sentidos, al menos que sea con los oídos y las anécdotas que salgan de su boca; ahora puedo ver el mundo a través de las burbujas de jabón que se aumenta y se distorsiona en el interior de la burbuja, así es cómo aprendí a ver a las niñas fresas que dentro de su burbuja ven el mundo distorsionado y borroso, con el reflejo de la luz y la fragmentación de los colores lo creen rosa.
Así cuando ella se asomó en aquel espejo de agua pude contemplar como realmente era, su luz es tan sólo un reflejo del sol, hay que saberla apreciar por lo que es, un reflejo; si no la alumbrara el sol ni siquiera la podríamos ver, su verdadera belleza radica en ser un reflejo, que mejor forma de verla tal cual es a través de su espejo
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