15 diciembre 2012

Me quedé quieto, como suelo hacerlo; pesado e inamovible, guardando recuerdos, células y soy la guarida muchas veces de algunos visitantes bajo mi armazón. Tu llegas, pienso que me extrañas cuando estás lejos, soñando con volver a casa y contemplarme. Siempre que llegas es lo primero que haces antes de quitarte los zapatos y dejarlos a mitad de la sala, me abres, contemplas mi corazón, mi estomago, mis entrañas, que estoy dispuesto a entregarte. A veces me abres y sin sacarme nada, sólo me contemplas, buscando... absorto, cierras y te vas, pero vuelves, vuelves varias veces hasta que decides sacar algo de mí. Y cada vez que lo haces me siento como haber tenido sexo con un extraño; delicioso y vacío. Ya ha pasado un mes, me siento usado, me siento vacío y sin amor, cada vez vienes menos, ya no hay nada que entregarte, me has vaciado sin entregarme nada. Me siento solo, como un mueble más en a cocina, esperando tu visita de todos los días, me contemplas y te vas decepcionado y yo busco y busco desesperado en mi interior tratando de ofrecer aquel pastel que dejaste enmohecer. Pero cuando ya no puedo más que ofrecer, que estoy harto de tu cara de decepción cuando me miras, cuando estoy a punto de dejarlo todo y desconectarme... llegas, con bolsas y bolsas de besos y amor. Con un sin fin de colores y sabores que me regocijan y me llenan, amándote nuevamente. disfrutando una vez más tus visitas de sexo aventurero que disfruto y me vacía. Si, así. A veces me siento como un refrigerador.

No hay comentarios.:

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NoDerivs 2.5 License.