
La manifestación hormonal de las pirañas que navegan debajo de la piel y van por la corriente de las venas
Malditas mordelonas que me dan una cosquilla nerviosa inside my skin.
En ocasiones me siento a ver la costura del sofá y penetro tanto en su intimidad que se me desperdician los ojos, se diluyen, son absorbidos por el tejido esperando a que con un respiro como una mucosidad vuelvan a su sitio. Ahora se mezclan con la cobija tiesa del ente que dormita a mi lado.
Regreso los ojos y mi mano está sangrando, por que la ansiedad de las cosquillas que las pequeñas pirañas provocan hacen de mi mano un puño y de mis uñas mi peor enemigo que sin lugar donde acomodarse se aprietan contra mi piel y tratan de rascar la comezón que me invade.
Sigo flotando, flotando como burbujita de jabón; mientras trato de olvidar la sangre que con gotitas va creando un charco.
Me detengo, inmóvil mis ojos se voltean, me miran para adentro, me permito cerrar las cortinas y desaparecer del mundo.
Se va entumiendo poco a poco mi cuerpo, las pirañas marineras me van invadiendo y por cada paso se van reproduciendo. Cada vez son mas.
Primero me mordían las puntas de los dedos y como gangrena se van esparciendo, mi brazo entero está invadido y mi pecho se comprime en una sedienta necesidad de expandirse.
Mis pies están tan hinchados de sus pasos que es imposible sacarme las botas que me cortan la circulación y me hormiguean las piernas obligándome a tener contacto más intimo con el suelo, el olor penetrante del vagabundo que está durmiendo a mi lado y el pestilente alcohólico que murmura silbidos a sí mismo, me asfixian y no puedo tragar oxigeno ni con la boca.
Me tumbo, abrazó mis piernas y trato de sobarlas para circular la sangre mientras mezo mi cuerpo de adelante hacia atrás, mi amigo después de unas cuadras de distancia se da cuenta de mi ausencia y se permite regresar. Yo no distingo su ausencia ni su presencia, no distingo ni el alcohólico ni el vagabundo, no distingo a la multitud que me rodea y trata de ayudarme.
Sólo distingo una sola cosa, una sola sensación, pues con la vista hacia adentro y los sentidos tan lastimados como la carne viva, los demás no son cuerpos, son sensaciones y así es como son. Me carga, da mil explicaciones yo lo aprieto, lo aprieto y me voy porque la realidad sólo me crea destrucción y volteo mi cuerpo para sentirme, pero el viento es capaz de rasparme los órganos y dolerme la mirada triste del suicida que al chocar su mano con la punta de mis dedos, indiferente se quitó la vida en su baño con un poco de pastillas, y me dejo la suya invadiendo como pirañas mi cuerpo