
Érase una vez un pequeño ratoncito corriendo despavorido por su vida, un águila lo tenía en la mira y con una velocidad impresionante desde las alturas había identificado su comida; el ratoncito que no tenía mucho lugar donde esconderse, de pronto al pasar por debajo de una vaca, pasó algo inesperado. El ratoncito había sido cagado, la vaca sin darse cuenta y sin importarle tampoco lo había cubierto completamente de mierda.
El águila perdió el rastro, es como si el ratoncito hubiese desaparecido; a salvo de su cruel destino sintió de pronto que alguien lo ayudaba a salir de la montaña de mierda donde se encontraba sumergido, era un zorro que con su gran nariz lo había identificado, lo sacó de la mierda y se lo comió.
Moraleja: No todo aquel que te sumerge en la mierda es necesariamente tu enemigo y no todo aquel que te saca de ella es tu amigo.