
Un día en que mi imaginación se ausentó y el mundo hizo un complote para hacerme sudar fantasías. Empezando por mi amiga imaginaria que es real; jugamos en ser creación de la imaginación y me ha pedido imaginar una vela rosa, pero a mí me asustan estas cosas que se salen de la imaginación, como pensar en la película 3D que el personaje alarga la mano saliéndose de la pantalla y al tenerla cerca intentas darle la mano pero nunca la alcanzas. Me gustan las cosas virtuales, pero cuando la imaginación se sale para saludarte eso es bizarro; pues me he imaginado la vela rosa y a aparecido en sus manos sosteniéndola con firmeza, he pegado un grito que la cafetería volteó con asombro mientras me reía asustada.
Camino a su lado para huir de ella dirigiéndome con rapidez al transporte que me llevaría a mi casa e imagino como enciende los motores para dejarme. Un amigo se nos une en nuestra caminata y ella juega con él y la fantasía diciendo que era ella mi creación que juega con mi imaginación para crear cosas reales.
Me subo al camión imaginando que ella y él me siguen realmente en el camión que está formado atrás del mío, empezando la marcha caravanezca de camiones amarillos con diferentes destinos.
Me he entretenido mirando por la ventana con el libro sin abrir “el agua y los sueños” de Bachelard que sostiene mi mano derecha, sigo sin imaginar con la mirada perdida y mi gesto vacío; cuando un organillero atrae mi vista y me ha alzado su sombrero a la ventana con un ademán agradable, le he lanzado una sonrisa que ha roto la ventana y él la cacha en su sombrero, me ha hecho una reverencia por mi regalo; apresura el paso para ir con su compañero antes de que los carros empiecen a andar, saca mi sonrisa del sombrero para mostrársela a su compañero, cuando la mira sonríe y me señala para mostrarle quien ha hecho el regalo; mi camión avanza y yo sorprendida me desaparezco con la inercia mientras imagino que me contemplan en la sonrisa otorgada.
La ventana resulta peligrosa para la imaginación y con el cristal quebrado veo a un niño regar los arbustos con aburrimiento, cuando de pronto la manguera se ha transformado en un mango decorado con piedras preciosas y el agua en una espada brillante larga y filosa que corta con las gotas de pureza mi ausente imaginación y me moja sin la protección de mi ventana antes quebrada por mi sonrisa, mientras el mueve la espada con elegancia dejando caer los cristales líquidos purificando y me imagino que imagina que me baña de esa fantasía. Y otra vez soy arrastrada por la inercia de los motores del camión.
Pero todo lo imagino sin imaginar, las letras se me han colado en una ráfaga de viento helado que ha calentado mis extremidades dejándome ese dolor de cabeza porque me punzan por dentro cuando juguetean brincando en la masa gris como si fuera un trampolín,
Me imagino como fue que Pavick me lanza el gato a través de la boca de mi maestra, ese gato imaginario tan real que es fantástico, imagina que existe y le pone comida a la imaginación, este gato travieso que imagina que se pierde y el vecino se enoja por su ausencia que imagina que él lo ha robado, cuando imagina que vuelve y lo encuentra imaginando que borra su vecino el rencor; pero eso lo he imaginado yo porque el gato que Pavic imaginaba nunca volvió. Y el gato que imagino se llama Theodor Adorno.
Ahora me ha contado que los rayos de luz de luna que han entrado por la ventana se han quebrado cuando la ha cerrado y ha guardado los cristales en un paquete para regalo que imagino que me da, pero a cambio de eso recibo una concha de mar que proviene de la naranja de mi compañera de clases, que me la regala porque la naranja decidió que sería para mí.
Pero todo esto lo han imaginado ellos por mí, porque yo no he imaginado nada.